22 diciembre 2009

San Bernardino o San Maleducado


San Bernardino o San Maleducado

Hace ya tiempo que no creo el cuento de la ética en los medios de comunicación, y menos a la hora de vender ocio. Tanto en la radio como en la televisión prima el beneficio frente a cualquier otra cuestión, así que si se encuentra una fórmula de éxito se explota hasta sus límites. Pongamos de ejemplo una sección del programa de radio "Anda ya" de Los 40 Principales: las "bromas" telefónicas de San Bernardino.

El programa en sí es mediocre, MUY mediocre. Imitaciones anodinas propias de un chaval de la E.S.O., pop comercial (no olvidemos que cadena es) y lectura de noticias de actualidad con comentarios que hacen enrojecer de vergüenza ajena. La verdad es que esta amalgama hubiese fracasado hace tiempo, si no fuese por el apartado del mismo anteriormente nombrado que soporta los palos del sombrajo y cuyo proceso es el siguiente:

  1. Un oyente contacta con el programa, con el fin de gastar una "broma" (¿por qué no le llamarán cabronada directamente?) a un pariente, amigo o compañero, aconsejando sobre el tema que ha de versar.
  2. Sobre ello, Mierdardino... perdón, San Bernardino, improvisa un personaje y un argumento con muy mala sangre.
  3. Una vez la víctima contesta al teléfono y durante bastantes minutos, se dedica a insultarla hasta conseguir que esta se salga de sus casillas y rompa a llorar o se dedique a su vez, a insultarlo.
  4. Cuando ve que la pobre víctima ya no da más de sí, introduce a su gancho, el cual tras el consabido "¿Es que no sabes quien soy?" le explica que todo ha sido una broma. San Bernardino se despide de el/ella con una frase de radio fórmula (de esas que comienzan con un "¡Hey-hey-hey piltrafilla!¡Estás en la cadena Cuareeenta Principales! Gracias por humillarte de esta manera ¡basura!") y Santas Pascuas y alegrías. Mañana otra víctima más.
El nivel de escarnio al que se llega, deja clara la bajeza moral de todos los componentes del programa, los cuales ríen a carcajadas los improperios de su compañero y el desespero del afectado. No me sirve el consentimiento de nadie, ni de los explotadores ni de los explotados, ni frases hechas del tipo "Hay que tener sentido del humor" (más bien tragaderas como rascacielos) ni por supuesto el triunfalista "Es lo que el público demanda y si no lo crees mira los marcadores de audiencia o el número de entradas en YouTube". Son un ejemplo clarísimo de mala educación y sobre todo de falta de ética por parte de los primeros (todo sea por sus miserables sueldos) y de dignidad por los segundos. Está claro que en este país no se han cambiado tanto las costumbres y que sigue siendo un éxito que el señorito putee al indefenso con tal de pasar por gracioso delante de los socios del casino. Lástima que nadie les llame a ellos y les cante las cuarenta aunque no sean las principales.




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Consejo: si os gusta el humor de este tipejo, lobotomizaros.