12 septiembre 2008

Hacer pellas, novillos o fugarse las clases


Pellas

Lo que más recuerdo de mi paso por el bachillerato, son esos momentos de rebeldía que consistía el saltarse la clase del profe de turno. El salir del centro sin que nadie te dijera nada, en unos institutos con puertas abiertas, donde el educador fumaba negro en clase y no por ello incitaba a nadie al pecado. Ir al bar de turno (cada instituto tenía uno asignado) donde te servían cervezas a pesar de no calzar los dieciseis. Pagar a escote e iniciar míticas partidas al futbolín, pinball, billar, la brisca o el tute. Al llegar la hora, colgarte la mochila y salir zumbando para que no te pillaran, y que al llegar a casa tu madre te preguntara "¿Qué tal hoy en el insti?" y tu respondieras "¡Como siempre!".

El tiempo consiguió cargarse ese ambiente en el que a uno lo trataban como adulto. Ahora mezclan churras con merinas, niños de doce con gañanes de dieciocho, violentos cenutrios con mansos, en centros más parecidos a reformatorios, donde si un profesor masca un dónut por el pasillo, alguien desde un despacho lo considera poco saludable y un mal ejemplo para esos angelitos del señor.

1 comentario:

Pilar M Clares dijo...

J´esto con Franco no pasaba, no, ¡entonces sí que había buena educación!

¿Acaso has empezado las clases, bonito?